En la madrugada del 13 de julio unos guardias de asalto y miembros de las brigadas socialistas detuvieron en su domicilio al líder de la oposición parlamentaria José Calvo Sotelo. A doscientos metros de su casa, en la camioneta, el socialista Luis Cuenca le dio dos tiros en la cabeza. Abandonaron su cadáver en el cementerio del Este. El día 14, ante una España conmocionada, una ingente muchedumbre asiste al entierro de Calvo Sotelo en el mismo cementerio. Al regresar a la ciudad hay tumultos, disparos, 5 muertos y más de treinta heridos. Este crimen de estado fue el detonante que llevó a la mayor parte de los militares a unirse a la conspiración militar que ya estaba organizando el general Mola.
El viernes, 17 de julio, el P. Rafael Alcocer dice que se ha sublevado la guarnición de Melilla y aconseja comprar víveres para una semana. El día 18 llegan noticias de que en Madrid se están haciendo chequeos y detenciones. El domingo, 19 de julio, se celebran misas hasta las 11 de la mañana, suprimiendo las más tardías. Esa tarde queman San Isidro, la catedral de Madrid, y los monjes, antes de la cena, buscan refugio en casas amigas. Sólo el P. Luis Vidaurrázaga se queda a dormir en el monasterio. El lunes 20 se reúnen en Montserrat y el prior celebra misa con la puerta cerrada. Desde ese día ya nadie duerme en Montserrat. En la tarde del martes, día 21, prenden fuego a la puerta de la iglesia, pero la pasionaria, que ya ocupaba un local en la calle Quiñones nº2, salió a la calle y arengó a la multitud diciendo: Este edificio es del pueblo y es para el pueblo.
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