viernes, 19 de abril de 2024
Biblioteca de Silos. Bernardo andando

Volver un paso atrás Escuchar el texto más menos Enviar por email Imprimir

48. El trabajo manual.

Si viven del trabajo de sus manos.
     1 La ociosidad es enemiga del alma, y por ello a ciertas horas se ocuparán los hermanos en el trabajo manual y a otras en la lectura divina. 2 Por tanto, creemos que se puede ordenar el tiempo de la siguiente manera. 3 Desde Pascua hasta el primero de octubre por la mañana trabajen en lo que sea necesario desde la salida de prima (7 h.) hasta las diez. 4 De las diez hasta sexta (12 h.) dedíquense a la lectura. Después de sexta, al terminar de comer, descansen en la cama en silencio total o, si alguien quiere leer, lea para sí sin molestar a nadie. 6 Téngase nona más temprano, a las dos y media, y de nuevo vuelvan a sus trabajos hasta vísperas. 7 Si la necesidad del lugar o la pobreza exige que se ocupen por sí mismos de recoger las mieses, no se disgusten, 8 porque serán verdaderamente monjes si viven del trabajo de sus manos, como nuestros Padres y los apóstoles. 9 Pero, por los débiles, hágase todo con moderación.

Alternancia de lectura y trabajo.
     10 Desde el primero de octubre hasta la cuaresma se dedicarán de lleno a la lectura hasta las ocho de la mañana. 11 A las ocho tendrán tercia y trabajarán todos hasta las tres en las ocupaciones que les estén asignadas. 12 Al primer toque para nona dejen todos sus trabajos y prepárense para el segundo toque. 13 Después de la comida dedíquense a sus lecturas o a los salmos. 14 Pero en los días de cuaresma desde el amanecer hasta las nueve se dedicarán a sus lecturas, y después hasta las cuatro trabajarán en lo que se les mande. 15 En esos días de cuaresma reciba cada uno un libro de la biblioteca, que se leerá entero y por orden. 16 Dichos libros se entregarán al inicio de la cuaresma. 17 Y resulta muy conveniente designar uno o dos ancianos que recorran el monasterio a las horas en que los hermanos se dedican a la lectura. 18 Miren no se halle algún hermano desidioso, que no hace nada o está charlando en vez de darse a la lectura y que no sólo está perdiendo el tiempo sino que distrae a los demás. 19 Si se halla alguien, Dios no lo quiera, corríjasele una y dos veces. 20 Si no se enmienda, se le someterá a la disciplina regular para escarmiento de los demás. 21 Ningún hermano se junte con otro a horas indebidas.

No estén ociosos.
     22 El domingo todos se dediquen a la lectura, excepto los que estén encargados de algún servicio. 23 Si hay alguien tan perezoso o abúlico que no quiere o no puede meditar o leer, désele algo que hacer para que no esté ocioso. 24 A los hermanos enfermos o delicados se les asigne un tipo de trabajo u oficio de modo que no estén ociosos ni la dureza del trabajo les extenúe o lo abandonen. 25 El abad tendrá en cuenta su debilidad.


« 47. La señal para la obra de Dios. 49. La cuaresma. »